En la época actual tenemos la creencia de que el feminismo ya no es necesario en nuestros espacios de lucha mixtos. Definimos nuestra ideología como libertaria, antiautoritaria, anarquista… y, por consiguiente, englobamos en esa ideología el feminismo. Afirmamos con rotundidad que el machismo no tiene cabida ni existe allá donde nos organizamos, en nuestras relaciones personales, el lenguaje, ni en nuestras actitudes y/o comportamientos del día a día. Pensamiento que pudiera resultar ló gico, ya que toda forma de poder, opresión y verticalidad es rotundamente rechazada. Rechazo que no se ejerce de igual forma contra el machismo. Vivimos bajo un sistema capitalista patriarcal heteronormativo, somos educadas bajo los ideales del sistema. Respecto a nuestra ideología libertaria, en algún momento de nuestras vidas se prende en nosotras esa pequeña chispa que alumbra al despertar ideológico y la conciencia de clase. Comenzamos, pues, a ser conscientes del estado de opresión y esclavismo al que somos sometidas por el hecho de pertenecer a nuestra clase social, la obrera, la pobre. La que tan solo cuenta con su fuerza de trabajo para poder venderla a la clase social alta, enriqueciéndola aún más, mientras nosotras apenas podemos conseguir un mísero plato de sopa que acalle nuestros estómagos una noche más antes de irnos a dormir, para al día siguiente volver a nuestro puesto de trabajo en el que pasaremos largas jornadas durante el resto de nuestras vidas. Cuando despertamos en esa conciencia nos documentamos, leemos, debatimos, intercambiamos conocimientos e ideas y nos organizamos para luchar juntas contra lo que nos oprime. Este despertar frente al patriarcado no lo vivimos por igual todas las personas. Somos las mujeres las que realmente la vivimos, ya que somos nosotras las que sufrimos la doble opresión. Además de ser oprimidas de la misma forma que los hombres compañeros de clase, también lo somos por una cuestión de género. Es aquí donde entra el papel del patriarcado y la ideología machista. Nosotras, mujeres, somos conscientes de la opresión a la que se nos somete desde el mismo momento de nuestro nacimiento, en el que somos diagnosticadas como personas pertenecientes al género femenino. Las personas diagnosticadas como hombres al nacer adquieren desde ese mismo instante una posición privilegiada frente a sus compañeras de clase. Cuando las mujeres experimentamos el despertar en el feminismo es debido a la conciencia que tomamos sobre todas las injusticias y vejaciones a las que somos sometidas a lo largo de nuestras vidas. Siendo ya mujeres declaradas como feministas y libertarias, nos damos de bruces con el machismo en los espacios que también deberían ser nuestros, unos espacios donde todas deberíamos ser tratadas como iguales. Nos encontramos con “compañeros” que alardean de ser acérrimos defensores de la libertad, se llenan la boca con consignas idílicas de ese mundo nuevo que dicen llevar en sus corazones. Mundo nuevo solo para ellos, para nosotras es otro mundo más en el que seremos las oprimidas. Todas en algún momento hemos sufrido de alguna forma el machismo por parte de algunos que dicen ser compañeros, un machismo que no se diferencia en nada del ejercido por hombres de otras ideologías o clase social. El machismo es machismo, se tape con una bandera roja y/o negra, o con una cruz gamada. Esos “compañeros” que no nos dejan expresarnos en una asamblea que debiera ser horizontal y recoger todas las voces, ese “compañero” que milita muy activamente mientras su compañera está encerrada en el hogar criando a su descendencia y dejándole la cena preparada, el que piensa que para la acción directa lo que se necesita es un par de cojones, los ovarios son débiles. Y muchísimas más actitudes que no son micromachismos. ¿existe el micronazismo? ¡No! el machismo es machismo y punto. Las agresiones físicas, las violaciones, los asesinatos, son sólo la punta del iceberg, un iceberg cuya base son todas aquellas actitudes a las que se les resta importancia denominándolas “micro”. Cierto es que existen compañeros (y aquí quitamos las comillas) que son conscientes del lugar privilegiado en el que les ha puesto el patriarcado. Conscientes de ello, se han informado, escuchado a las mujeres, empatizado con las compañeras, y trabajan día a día para eliminar toda actitud machista de su lenguaje, expresiones, pensamiento… señalarles a los demás compañeros cuando están teniendo actitudes machistas. Pero… ¡ojo! No caer en paternalismos. El capitalismo y el machismo no es una camiseta que te quites y digas… ya soy anticapitalista y feminista. No, viviendo en un sistema capitalista y patriarcal, el declararnos libertarias y feministas es un constante trabajo, luchar contra todo aquello que se nos ha sido impuesto, contra lo que nos han inculcado. Por ello sigue siendo aún necesario llevar el feminismo a nuestros espacios. Es responsabilidad de las mujeres como parte oprimida organizarnos en grupos de mujeres en los que nos sintamos apoyadas, aprendamos unas de las otras y nos organicemos para tumbar el patriarcado, también es nuestra responsabilidad de mujeres feministas trasladar nuestras luchas a los colectivos mixtos en los que militemos, no podemos permitir que se nos invisibilice, desprecie ni aparte de la lucha de clases. Es responsabilidad de los hombres, si es que verdaderamente defienden la libertad y desprecian toda clase de poder y forma de opresión, revisar y admitir sus privilegios para posteriormente rechazarlos por completo, escuchar todo lo que las mujeres tenemos que decirle al mundo, informarse y formarse en el feminismo. Solo así serán realmente compañeros y caminaremos a la par, de lo contrario seguirán siendo el enemigo, y al enemigo ¡se le destruye! Es responsabilidad de los colectivos y organizaciones que adopten un discurso feminista. Los hechos y la historia nos avalan para poder afirmar con rotundidad que no sirve solo denominarse libertarios. Quienes consideren que el feminismo en nuestros espacios no es necesario, o que es disgregar las fuerzas en la lucha, están totalmente equivocadas. El feminismo nos iguala, nos hace más fuertes para destruir toda clase de poder y toda forma de opresión. Sin feminismo no hay libertad Sin feminismo no habrá revolución Las mujeres no queremos fregar los platos, queremos usarlos para comernos nuestra parte del pastel.
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