martes, 15 de enero de 2013

¿Cómo inmunizarnos a la estrategia del shock?

Hace poco, comentábamos las técnicas de manipulación que usan los gobiernos y mass media para privatizar la educación pública y todos los bienes comunes.

En estos primeros meses de legislatura, la mayor parte de esta manipulación está encaminada a postrarnos en un estado de shock, para que, temerosos y paralizados, no reaccionemos ante las brutales pérdidas de derechos que se nos imponen. Las medidas, anuncios y declaraciones de los gobiernos autonómicos y el central nos son administrados, día tras día, gradualmente, como un veneno que nos somete a una ansiedad constante. Y sin posibilidad de tregua, ya que los medios de comunicación –a los que ya casi habría que llamar de propaganda− vocean incansablemente, como un eco descorazonador, esas malas noticias que nos vienen desde arriba (desde los consejos de ministros o las agencias de calificación).

Naomi Klein ha explicado en su libro La doctrina del shock cómo el neoliberalismo, incapaz de convencer a los pueblos mediante argumentos (pues las medidas neoliberales están esencialmente en contra de los pueblos), sólo ha logrado imponerse gracias a golpes de estado, declaraciones de guerra o situaciones donde catástrofes naturales u otros fenómenos traumáticos tenían a las poblaciones atenazadas por la ansiedad y el miedo.

¿Y qué sino el miedo es lo que nos están tratando de inocular en este país? Miedo a perder el empleo, a no poder encontrarlo nunca o a que el que nos ofrezcan sea lisa y llanamente explotación; miedo a perder el derecho a la asistencia sanitaria y a no poder proporcionar una educación adecuada a los hijos; miedo a acabar durmiendo en la calle víctima de un desahucio; miedo, en fin, a ser detenido injustamente por protestar de forma pacífica en una manifestación.

En este artículo veremos cómo la estrategia del shock surte efecto en nosotros mediante la llamada indefensión aprendida. Pero también cómo podemos escapar de este estado de postración si aprendemos a atribuir correctamente las causas de nuestro malestar.

LA “INDEFENSIÓN APRENDIDA”, ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA

Que los de arriba nos tratan como a perros es cierto, o al menos como a los perros del experimento de Seligman.

A finales de los 60, el psicólogo Martin Seligman realizó el siguiente experimento. Dentro de una caja de laboratorio, un perro era expuesto a shocks eléctricos que no podía evitar. En cambio, en otra caja, otro perro sí que podía interrumpir esos shocks pulsando una palanca. Más tarde, los perros eran situados sobre una superficie electrificada de la que podían escapar simplemente saltando una barrera. El perro que había podido controlar los shocks la saltaba, mientras que el otro perro, en lugar de buscar la salida exitosa a la situación adversa, permanecía aguantando las descargas de manera pasiva. Había, pues, “aprendido” su indefensión. ¿Para qué gastar energías sabiendo (en realidad, creyendo) que de esos estímulos adversos no se puede escapar?

La indefensión aprendida es la antesala de la depresión. No hacer nada porque se piensa que ya todo es inútil. Artículo completo

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