lunes, 26 de junio de 2017

Tengo 99 problemas pero el análisis de clase no es uno de ellos


A continuación reproducimos un texto aparecido en la web inglesa libcom.org (y traducido al castellano por Agintea Hausten), que nos ha parecido que puede ser interesante de cara a reflexionar sobre las dinámicas de nuestras luchas cotidianas

Algunas cosas debieron dejarse en el 2011, el mistificador eslogan del 99 por ciento es una de ellas. Somos el 99% fue el grito de guerra del movimiento Occupy. Si bien su uso ha caído desde 2011, estamos viendo esfuerzos para revivir este eslogan mientras las protestas contra Trump toman fuerza. Puede que esto sea porque la gente quiere revivir el espíritu del propio Occupy, que simplemente les guste el eslogan, o porque la frase se haya incluido en el vocabulario común de los análisis de clase y el activismo de hoy en día.

Más que explicar las relaciones de clase de una manera compresible, el 99% mistifica cómo funciona el capitalismo y nos conduce a una muy confusa interpretación de la lucha de clases. Deja la puerta abierta a una visión conspirativa del funcionamiento del capitalismo, y en ocasiones actúa como cobertura para los métodos reformistas y socialdemócratas de cómo combatirlo.

En primer lugar fijémonos en el 1%. Generalmente, esto significa el 1% de gente más rica del mundo. Presidentes, directores ejecutivos, inversores de Wall Street. Como recientemente señaló Naomi Klein, the Davos Class.

El 99% es literalmente todo el que no está en este grupo. Por definición esto incluye a los directores ejecutivos de muchas pequeñas y medianas empresas, gerentes de nivel bajo y medio en corporaciones, dirigentes sindicales y de ONGs, policía, carceleros, periodistas, aspirantes a políticos, académicos, al igual que los trabajadores normales y los parados. En algunas de las primeras protestas de Occupy se oyeron cánticos como “¡los policías son el 99%!” o “¡también luchamos por tus pensiones!”, habitualmente proferidos poco antes de que la policía gaseara con lacrimógenos a la gente.

El 1% son los millonarios, los oligarcas, Wall Street.

El 99% es el pueblo, la mayoría de la sociedad.

El 99 % ha sido utilizado recientemente por la campaña presidencial de Bernie Sanders, en un reciente artículo en The Guardian llamando a una Huelga Global de Mujeres el 8 de marzo en la que se menciona hasta tres veces “un feminismo del 99%” contrapuesto con el feminismo del “Lean In”[1], y fue defendido vigorosamente por Conor Kilpatrick en Jacobin como una manera simple de hacer comprender a qué clase perteneces.

El capitalismo sin embargo no se mantiene por las acciones de la Davos class o el 1%. Más bien es un sistema social hegemónico que se mantiene principalmente a través de las relaciones sociales del trabajo asalariado y la mercancía.

Necesitas ganar un salario para tener dinero.

Necesitas gastar ese dinero en un alquiler, gastos y comida para sobrevivir.

Tu trabajo implica tanto la creación como la distribución de mercancías, o el mantenimiento (o tratamiento) de la propia fuerza de trabajo si trabajas en sectores como la educación o la salud.

Si estás desempleado o preso, puede que sigas trabajando de todas formas, vía programas de trabajo para parados o trabajo en prisión, sólo que con salarios y beneficios por debajo del índice de subsistencia.

Puede que los robots estén quitándote el trabajo, pero no van a estar ahí para llevarte a la puerta de casa comida gratis sin recargo, o para limpiarte el culo cuando te hagas viejo.

Estos no son conceptos difíciles de comprender y te vas a enfrentar a ellos cada vez que te levantes un lunes por la mañana o eches un vistazo a tu cuenta bancaria. Cada hora que pasas en el trabajo refuerza el sistema contra el que estás luchando de una u otra manera.

¿Cómo luchar contra el 1%? A no ser que vivas en San Francisco, Londres o Nueva York (o aunque lo hagas también), puede que no veas a un miembro del 1% en toda tu vida. Todo lo que nos queda son las habituales protestas simbólicas dentro o fuera de instituciones civiles o financieras, que sitúan la fuente de poder como algo inalcanzable y remoto. En el peor caso, hablar de “banqueros” es propenso a caer en un antisemitismo estructural y situar los problemas mundiales en tenebrosas reuniones conspirativas durante las cumbres internacionales. En ocasiones consiste en unirse a las campañas electorales de la izquierda populista, que necesitan ampliar su electorado tanto como puedan así como absorber a los descontentos.

A pesar de estas limitaciones, Occupy protagonizó protestas que perturbaron al capital y especialmente en Oakland, tejieron vínculos con los trabajadores como en la manifestación del 2 de noviembre de 2011. Estos aspectos del movimiento deberían ser revisados mientras la reacción al Brexit y a Trump tienen lugar, pero la idea del 99% debería quedarse en 2011, donde apareció en primer lugar. También deberíamos fijarnos en otros movimientos recientes como las ocupaciones estudiantiles y las protestas de 2010 en el Reino Unido, el movimiento contra el CPE en Francia en 2006, las ocupaciones estudiantiles de Quebec en 2012, la huelga carcelaria de Estados Unidos en 2015, los levantamientos contra la violencia policial en Ferguson y Baltimore en 2014/15 y las huelgas inmigrantes de 2006 en Estados Unidos.

Cuando luchas contra el trabajo mediante huelgas, bajando el ritmo o escaqueándote, confrontas al capitalismo en la producción. Cuando luchas contra la violencia policial, los desahucios, las redadas racistas y la existencia de gente sin hogar, confrontas al capital en su mantenimiento de las relaciones de propiedad y el control social. Se trata de lucha de clases contra los procesos de reproducción de clase, contrapuesta a las categorías estáticas de redistribución de la izquierda convencional.

Más que al 1%, estas luchas se libran contra el casero, el departamento de recursos humanos, la policía, las autoridades de inmigración, los agentes de la propiedad o los funcionarios del gobierno local. Contra aquellos que refuerzan las fronteras, recortan salarios, gentrifican, suben las rentas, criminalizan comunidades y toda esa mierda. No pueden ser movilizados como parte del 99% mientras no rechacen su papel totalmente. La abolición de la policía, no cooperar con ella como vimos en Occupy Sandy. La expropiación a los ejecutivos, no su incorporación en la #resistencia interclasista progre.

Poner el foco en el 99% o el 1%, en vez de fomentar análisis de clase, desvía la atención de la lucha de clases y de la dirige a protestas contra un enemigo abstracto y lejano. Aun cuando los propietarios de empresas y viviendas estén lejos, las oficinas, tiendas almacenes y bloques de vivienda que poseen son los lugares en los que vivimos, trabajamos y compramos.

FUENTE: Todo por Hacer

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[1] El término “lean-in” (que en inglés significa inclinarse, asomarse y, en sentido figurado, atreverse) fue acuñado por Sheryl Sandberg en su libro “Lean-In: Women, Work and the Will to Lead”. Sandberg, codirectora general de Facebook, sostiene en su libro que las mujeres, para alcanzar puestos de dirección en el mundo empresarial y de influencia en la sociedad, simplemente han de superar la inseguridad, pasividad y docilidad a que les condena el estereotipo de género que las pretende convertir en sumisas.

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